viernes, 14 de diciembre de 2012

LA TIMIDEZ


Desde la niñez, la timidez se va desarrollando en personas que han sufrido muchas exigencias, con una baja autoestima, con miedo a ser rechazados y criticados, con la sensación de que no gustan y a la espera siempre de respuestas inapropiadas por parte de los demás.

 Implica un gran sufrimiento, su mente siempre dividida pendiente de las actividades que están realizando y simultáneamente pensando en qué dirán los demás o si gusta a los demás, lo cual mina bastante su rendimiento, incluso sabiéndolo hacer, a veces, si se sienten observados se aturullan y se equivocan. 

Estas situaciones les crean mucha angustia y ansiedad. Es probable que tengan un importante miedo a la crítica, al rechazo o al desprecio y la humillación. 

A veces se ha sufrido algo de esto en la propia familia o bien en la escuela se ha sido víctima de acoso. El miedo es a su vez el compañero inseparable de la persona tímida, lo cual corrobora también el gran sufrimiento que ello supone; en conjunto estos sentimientos conllevan un importante desgaste psicológico y se angustia y se deprime. 

De ahí que hoy se sabe el malestar y los trastornos emocionales que derivan del problema de la timidez puesto que afectan a múltiples aspectos de la persona. En situaciones con gente les bloquea mucho, su pensamiento casi se queda en blanco y no saben que decir o cómo reaccionar. 

Al ser conscientes de ello todavía repercute más y aún se sienten peor como si fuera un bucle que se va agrandando. A veces este malestar y vergüenza les hace ponerse tan nerviosos y se vuelven tan inseguros que llegan a decir, según manifiestan algunos, tonterías o frases inapropiadas de las que luego se arrepienten y esto aún es peor ya que se recluyen más, y su autocrítica se vuelve más feroz. 

En otras ocasiones cuando no se da superado, a muchas personas les lleva a beber para así sentirse más desinhibidos. 

Para superar la timidez existen múltiples técnicas a aplicar en función de cada caso. Algunas estrategias generales inciden  sobre todo, en aspectos centrales como es el no sentirse en la obligación de ser perfectos, comprender que cada uno tiene sus defectos y lo que realmente importa es intentar aprender de los errores y mejorar lo que se pueda. 

Muy interesante comenzar a cambiar sus cogniciones y razonamientos sobre lo que son los demás o piensan los demás; en ocasiones siendo gente incluso con mucho potencial, nobles y con muy buenas actitudes en comparación con las personas cercanas, la timidez parece que lo tiñe todo de duda, fragilidad y torpeza (mientras el tímido reflexiona, el valiente va, triunfa y vuelve, decía un proverbio Griego). 

Les convienen las actividades con  otros, familia, amigos, grupos de cursos, y  no aislarse. Tener la firme convicción de participar y escuchar para entender mejor a los demás, esto les sirve para desmitificar a la gente y así comprobar cuántos aspectos también tienen en común y aprender de todos. 

La acción de interactuar con los demás les da confianza y fortaleza, así con coraje van cogiendo confianza y sintiéndose más espontáneos. 

Relativizar la vida y no dramatizar todo como si con su actuación ya se acabara el mundo, mejor pensar “hice lo que pude y así está bien”; ya se ve que ni la gente ni el mundo son tan perfectos; y así ir definiendo el propio espacio al que uno tiene derecho ya por ser persona con sus cualidades y sus errores, valorando el hecho de actuar lo mejor que se pueda y aprender para la vez siguiente; espacio que merece ser respetado y digno de consideración por los demás. 

Se acabó lo de tratar de ser invisible e intentar permanecer en la sombra. La persona tímida necesita saber que como los demás temas que se van aprendiendo en la vida, la psique también dispone de potencial para evolucionar en la timidez y alcanzar soltura; necesita tener la firme convicción de que en ello,  si va practicando en un tiempo irá siendo mucho más seguro de sí mismo.